Corren allá por el oeste, allá por finisterre, allá por Galicia, vientos de inmersión. Y esos vientos traen dinerito contante y sonante, cual percebe o bolsa de coca.
Ahora las perdices, las reformas y hasta los que entren hablando gallego en la tienda de la esquina recibirán dinerito ito ito del señor Zapatitos itos itos.
Y, así como te digo fiel Sancho, la subvenciones serán más y más jugosas cuánto más gallego lleven en su “sangre”; «Se evaluará, en todo caso, el empleo de la lengua gallega en la realización de actividades o conductas para las que se solicita la ayuda». Como si las ayudas tuviesen oídos y boca, como si el idioma en el que la llevo a cabo fuese relevante, como si arreglar una tubería se viese afectada por el idioma en el que escriba su solicitud, como si esto se tratase de gente y no de dinero.
Porque cuanto más gallego, más puntos y más money, money.
«Por la utilización de la lengua gallega en la documentación presentada para la solicitud de obras para las que se solicita ayuda».
«Cuando dicha actividad esté hecha en gallego, se incrementará la puntación en cinco puntos» (por actividad se refiere a la protección del hábitat de la perdiz roja, gran amante de dicha lengua claro).
«Se evaluará en todo caso, el empleo de la lengua gallega en la realización de las acciones» (en obras de infraestructuras deportivas y adquisición de equipamientos deportivos, vale más un foder que un joder que mierda de balones hemos comprado).
“Y para las actividades de «entidades de servicios sociales», que fueran realizadas en gallego se valoraba con la adjudicación de cinco puntos más.” (pobre ecuatoriano que sólo sabe quechua y…español del malo).
«Requisito, aunque no imprescindible» la «utilización de lengua gallega en la sinaléctica interior y exterior del establecimiento comercial, así como en la página web» (¿Y si voy yo y le pido un jamón en castellano, o tócatelos, en valenciano? ¿Le haré perder puntos a ese pobre y humilde vendedor de carne cruda salada?)
Pero eso no es todo amigos, si quieren ustedes integrarse en un programa de educación familiar no tendrán más remedio que, aún siendo un humilde traficante de armas de Irán con la suerte, o desgracia, de haber estudiado castellano con el objetivo de vender “productos” a rumanos afincados en España, su solicitud deberá ir acompañada de «una certificación de la corporación local acreditativa de que las actividades subvencionadas se realizan íntegramente en lengua gallega». No vaya a ser que se olviden de ella y usen una hablada por más de 500 millones de personas. ¡Qué locura!
David
Fuentes: Diario El Mundo.